martes, 14 de diciembre de 2010

a golpe de martillo


Joder, a veces se me olvida porqué hago esto ¿eh?. La verdad es que no fue una decisión nada fácil, pero gastaba muchos más sentimientos antes, ahora simplemente, no hay sentimientos.

Tengo un "embalaje" que es bastante fácil de quitar, las herramientas no te costarán muy caras y por mi bien yo siempre llevo una en el bolso. Antes solo llevaba eso, ahora llevo las caras de mucha gente anónima, de habitaciones de motel de carretera y de vergüenza, desamor y celos (incluso a veces de necesidad).

Desde aquel día (tiempo después de mi decisión) mis armas de mujer dejaron de funcionar, y tuve que usar las armas de verdad. No puedo soportar tropezar dos veces con la misma piedra, y más vale prevenir que curar, aunque curar, no se puede curar nada.

Mi hija esta bien, a su edad es muy joven para saber la situación, pero no puedo evitar ver sus pupilas dilatadas que no reflejan ningún padre (y que a la vez reflejan a muchos). Algun día espero que se dé cuenta de que su madre no es algo de lo que sentirse orgullosa, por mucho que me duela.

Pero volviendo a lo anterior, sí, no me gusta tropezar dos veces con la misma piedra, y menos que la piedra caiga sobre mi cabeza. Disparé palabras, y disparé no-palabras, unas no-palabras que no pueden curar el tiempo. Pero al menos me ha servido para darme cuenta de que aunque lo digan mis recuerdos no lo dirán mis labios: tenías razón, follemos.

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