¿Recuerdas el día de la fiesta de disfraces? Si, ese en el que me agarraste del brazo y me dijiste que me había equivocado de disfraz y de vida. Yo, mientras tanto disfrazada de gata agachaba la cabeza como una perra y levantaba el corazón como una valiente.
¿Recuerdas? No sé tú, pero a mi todavía me duele la lengua de llevarte la contraria en los labios, el alma de prestarte "trucos fáciles", las manos de moldear "días duros".
Me parece indignante, probablemente esté avergonzada, camino sobre unos días que no son los míos, me miento en fiestas de final de curso, bebo más de la cuenta y por si eso fuera poco te rompo la boca sin miramientos.
Puede que tu teoría fuese cierta, no se puede tocar el cielo con tacones, no... no hay quien salte con zapatos de cristal.
Está bien, sólo por ser la primera en tu lista te lo diré por última vez... Si, tenías razón. Follemos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario